La Piedad que conocí y recuerdo. Por Jaime Araújo Rentería*

Dr Jaime Araújo Rentería
 Primero oí hablar de la aguerrida líder liberal Piedad Córdoba, luego la conocí personalmente, tal vez a comienzos de los años 90, cuando el proceso constituyente —en el que participé— y la vine a tratar más de cerca cuando regrese de Italia y ya se había aprobado la ley 70 de 1993, que marcó un hito, en la defensa de las comunidades afrodescendientes. No sobra recordar que el art. 66 de esa ley, establecía la circunscripción electoral especial para las comunidades afro que ella siempre defendió, por lo que nos mantuvimos en intercambio de ideas sobre esos temas, durante todo el tiempo que estuve como magistrado del Consejo Nacional Electoral y me honró con su voto en el senado, en mi aspiración como magistrado de la Corte Constitucional.

Ya Piedad se destacaba como defensora de los derechos de las mujeres, los diversos sexuales, las víctimas de la violencia, de los más débiles y excluidos, no solo de Colombia, sino también de  latinoamérica. Ya se oponía a la guerra y sobresalía en la búsqueda de la paz, y en la solución negociada del conflicto armado interno. Su visión, no era la de cualquier paz, sino de una con justicia social y el otorgamiento de todos los derechos humanos, a todos los colombianos. Por eso hacía parte de la comisión de paz del congreso, cuando en el año 1999 vivió una situación terrible: “fui secuestrada ese mismo año por hombres al mando de Carlos Castaño y trasladada al Sur de Bolívar. Allí recibí maltrato físico y sicológico por quienes me custodiaban, en varias oportunidades fui incluso ultrajada y casi violada, y estuve a punto de ser asesinada. Fue mi primer encuentro de frente con la muerte.”.

La fementida causa de Castaño, era que Piedad hacia parte del ELN, como fementida fue también la causa que apareció en Wikileaks, atribuida a un senador colombiano, que se preocupó cuando el fiscal del momento mencionó los computadores de Raúl Reyes y sacó los nombres de Piedad Córdoba y otras 2 personas y comentó tener dudas sobre estos nombres. ¡Qué paradoja! Castaño tenía dudas si Piedad era del ELN y el senador también dudaba de ella. Cuando en realidad Piedad era una demócrata defensora de la paz, muy lejana de los métodos de lucha política armada. Como ella misma dijo cuando la acompañé en su breve campaña presidencial: “Hoy muchos me preguntan, incluso con sorpresa, por qué no soy la candidata presidencial de las Farc; mi respuesta es sencilla y hoy más que siempre, evidente: no fui, no soy y no seré nunca de las Farc, porque no comparto ni he compartido jamás ni sus ideales, ni sus métodos.”. No sobra recordar que el candidato a la presidencia de los desmovilizados de las FARC, fue el senador que tenía dudas sobre Piedad.

Cuando Piedad aspiró a la Presidencia de la república, muchos de sus amigos se asustaron cuando les propuso que fueran su fórmula vicepresidencial y que la respaldaran, pues tenían temor fundado de que serían calumniados y estigmatizados como lo había sido ella. Cuando me lo propuso a mí, inicialmente le dije que mi periplo político se había acabado y ella me dijo que habíamos librado muchas batallas en común, la defensa de los derechos de los afros —yo había defendido a las comunidades del río Cacarica, las jóvenes afros a quienes les negaban el ingreso en los lugares de esparcimiento en Cartagena por el color de su piel, etc.— las víctimas de la violencia, los diversos sexuales; que habíamos sido víctimas de las mismas amenazas e injusticias, y de los mismos actores —los paramilitares, por mi voto en contra la ley de “justicia y paz” de Alvaro Uribe—. Ambos víctimas de las chuzadas, que es el eufemismo de la violación masiva de derechos y que no eran solo chuzadas telefónicas sino también, como lo documento Juan Gossaín, desprestigio por medios de comunicación, encuestas, chats, distribución de panfletos, grafitis, volantes, afiches, libros, creación de páginas web, comunicados, denuncias, montajes, sabotaje, terrorismo explosivo, incendiario, servicio públicos y tecnológicos, presión, amenazas y chantajes. Y además, en la Corte Constitucional: “…Jaime Araujo Rentería,…desprestigio presión y sabotaje.”. O como lo confesó ante la fiscalía el ex subdirector de Fuentes Humanas del DAS, William Romero, documentado por RCN el día 28 de octubre de 2010: “Las pruebas que ya tiene en su poder la Fiscalía también demostrarían el espionaje a la destituida senadora Piedad Córdoba y a los ex magistrados Jaime Araújo Rentería y…”.

Piedad me dijo que los defensores de derechos humanos debíamos dar ejemplo y me acordé de lo que decía mi padre, que la palabra es importante, pero que lo decisivo era el ejemplo, el buen ejemplo que se daba; y le respondí que tenía razón, que no bastaba con defender de palabra la causa del liderazgo de las mujeres, si siempre exigimos que las mujeres fueran nuestras segundas; que teníamos que ser capaces, los hombres, de estar de segundos de las mujeres. Que nada avanzábamos, contra la discriminación racial si siempre el blanco es el principal y el afro el suplente, sino somos capaces de aceptarle la suplencia a los afros; que es importante para la democracia los liderazgos femeninos, pero es mas importante que los hombres aceptemos que una mujer nos dirija y que ese sería mi ejemplo, apoyar a una mujer afro y democrática en su lucha por la paz y la justicia social.

Con Piedad siempre nos encontrábamos por los polvorientos caminos de la patria (en la mojana) escuchando a los habitantes con sus cultivos arrasados y sus viviendas inundadas, ella como senadora y nosotros defendiendo a causa Caribe y el proyecto de estado federal, y con el que ella estaba de acuerdo, y en crear, además, Causa Pacifico, para confluir todos en Causa Colombia.

Coincidimos también, en la defensa de nuestras hermanas ballenas, contra la autorización del gobierno para convertir la isla Gorgona en una base militar, al servicio de una potencia extranjera.

Personalmente conocí la nobleza y sentido de justicia de Piedad. Recuerdo una vez que ella hizo un debate muy fuerte contra Álvaro Uribe y su Gobierno y atacó a varios de mis familiares, incluso a mí. Varias personas que me conocen, le hicieron saber su opinión de que había sido injusta conmigo y por medio de varios amigos comunes me dio excusas. Mi respuesta fue que no aceptaba excusas privadas de ofensas públicas y un día en un homenaje a Gloria Cuartas (otra mujer valiosa y democrática) por el otorgamiento del edicto de nantes, habló y públicamente se excusó conmigo y volvimos a ser amigos.

Muchas cosas podría contar de la Piedad que yo conocí, y recuerdo muchas en contravía de lo que cree la mayoría de la gente, como que a Piedad le regalaron su última curul al senado, cuando tenía votos suficientes para hacerse elegir en cualquier lista y que no bastaba conque quisieran ponerla, ya que era necesario que un partido político le diera el aval y que el partido político que la avalo fue la UP, partido político al cual yo, junto con 3 personas más, recuperamos su personería jurídica ante el consejo de estado, como homenaje a las víctimas del más grande genocidio político que se ha cometido en Colombia y el mundo. Pero quiero terminar con sus propias palabras y con las palabras que le dedicó una poeta.

Piedad Córdoba, en su mensaje durante su candidatura presidencial dijo:

“Pocas personas han sufrido como mis hijos y yo, no solo el flagelo y los embates de la guerra y de la persecución política y criminal, sino el rechazo y el desprecio al que millones nos han sometido en este país. Los insultos, escupitajos y hasta las agresiones físicas se volvieron paisaje para nosotros, tanto en aeropuertos y en restaurantes, como en cualquier otro lugar público por el simple hecho de pensar diferente, de haber creído siempre en la paz en un país donde las mayorías siempre han preferido la guerra.

A pesar de lo que hemos padecido mi familia y yo, no cambiaría ni una sola de las decisiones que he tomado en mi vida por la paz y la gente pobre de este país y por los millones de víctimas que la guerra ha dejado, vale apostarlo todo hasta el final.”


“A Piedad Córdoba Ruiz

Amaste las tormentas.

Te metiste por callejones de escombros donde la democracia siempre te sonrió, sin dientes. 

Viviste toda una existencia asediada, acechada y señalada primero por ser liberal,  luego, socialdemócrata, posteriormente por cruzar las orillas de la izquierda, por fundar un nuevo partido, tu partido, Poder Ciudadano…

Por la escalera de los jardines que tanto te gustaban, intenta llegar a tus propios cielos, corre por tus ríos, encuéntrate con la mirada amorosa de tus ancestros, sonríele a las nubes, sueña con la ceiba de la memoria, la que te construiremos, los de abajo, los sin tierra, los sin casa, los sin techo, los del sur.”


Piedad Ortega”  

Piedad yo que conocí tu nobleza, ten Piedad de las malas personas que fueron despiadados contigo.


*Jaime Araújo Rentería es Abogado, y Ex magistrado de la Corte Constitucional de Colombia y del Consejo Nacional Electoral.


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